Con
el permiso de Barça y Real Madrid, en estas últimas semanas la
comidilla de bares ha sido el “perdón del Rey” .
Un
país que se jactaba de la ejemplar monarquía que teníamos, a mofe
de la inglesa o monegasca.
Pues
bien, últimamente los Borbones estan de pega, primero con el
“affaire” Urdangarin, después con el accidente del hijo de la
Infanta Elena, que avivó el accidente de Don Juan Carlos con su
hermano. Y ahora finalmente con el mal paso, nunca mejor dicho
-últimamente el Borbón estaba muy torpón-, del monarca ejemplar y
campechano.
Evitando
el debate de monarquía sí monarquía no, o si estaba cazando
elefantes, pienso que el Rey no debía haber pedido perdón.
Simplemente porque cada uno en su tiempo de ocio hace lo que quiere y
a medida de sus posibilidades económicas, gente con poder
adquisitivo ha habido, hay y habrá.
Pero
aún así haciendo gala de su campechanísmo y cercano al pueblo, el
Rey salió y pidió perdón, gesto que de alguna manera, podemos
decir que le honra.
Llamadme
ingénuo, pero eso es lo que he encuentro a faltar de nuestros
directivos. Durante años nos han guiado por una senda maravillosa y
durante meses nos han vendido humo, para acabar perteneciendo al
selecto “cementerio de elefantes” al menos a lo a ellos hace
referencia.
Ninguno,
ninguno ha salido a pedir perdón i admitir que se han confundido. Los
egos son muy poderosos. Quizás piensen que están por encima de la
Realeza.